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Fotografía de Takaaki Ishikawa |
Hoy es uno de esos días grises que sólo te apetece estar en casa leyendo o imaginando cosas imposibles. Como viajar a miles de kilómetros y pasear por lugares mágicos que parecen sacados de un libro de fantasía. La fotografía de portada es un lugar real, se encuentra en Japón en la ciudad de Nagoya y es increíble como miles de luciérnagas pueden crear algo tan bonito.

Os imagináis lo que pudieron pensar los habitantes de Nagoya hace siglos cuando vieron pequeñas luces verdes alzarse por entre los árboles. Quizás a partir de ahí comenzaron las leyendas de hadas o espíritus, teniendo en cuenta que la educación antiguamente a veces era muy escasa. De todos modos un buen observador al final se daría cuenta que eran pequeños insectos los que iluminaban la escena.
En Japón hay muchos paisajes como este, uno de ellos es un bosque llamado Kamishikimikumano. Se encuentra en la ciudad de Takamori-machi, es un bosque que inspiró el manga llamado Hotarubi no Mori e del escritor Yuki Midorikawa. El fotógrafo ageo_akaihana fan del manga quiso visitar personalmente el bosque y se maravilló. Sus fotografías muestran un sitio antiguo, lleno de estatuas y monumentos que inspiran serenidad.

Una vez una profesora en la Universidad nos contó una historia sobre un hombre que se encontraba en un campo de concentración en la Segunda Guerra Mundial. Si os soy sincera no me acuerdo en qué campo ni en que año, pero si me acuerdo de que ese hombre a pesar de haber sido torturado, nunca dejó de pensar que dentro de su cabeza nadie nunca podría llegar a gobenarle. Podían obligarle hacer cosas horribles, pero dentro de su cabeza él era libre.
No sé si al final cuando uno pasa por situaciones tan trágicas y duras, uno acaba por rendirse o si realmente puede hacer lo que este hombre hizo. Intentar mantener una pequeña parte de su ser sólo para él. Ojalá todas aquellas personas que estén en un país dictatorial o un país donde no hay derechos humanos, puedan alguna vez mantener un pedazo de sí mismos.
Desde luego que en Occidente aunque se viva relativamente bien comparado con esos países, hay personas que han olvidado eso, esa parte de sí mismos que sólo ellos pueden mantener libres. A pesar de trabajar muchas horas y no tengan ganas de seguir luchando porque no pueden dar de comer a sus hijos.
Por esa parte de nosotros que sólo nosotros podemos cultivar y que hace que el día a día sea un lugar mejor. Por la imaginación, que nunca muera.

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