Bruma de irrealidad

Sí, habéis leído bien. La bruma de irrealidad es un fenómeno que todos en algún momento hemos padecido y de hecho sólo unos pocos, viven en ella. Esa bruma es la que nos impulsa a seguir viviendo, la que nos permite soñar, imaginar, ser felices. Es una bruma en la que caemos facilmente, cuando:

Miramos a la persona que amamos a los ojos, cuando sentimos su roce y nuestro corazón late a mil por hora.

Es cuando contemplamos a un niño reír.

Cuando vemos jugar a un par de cachorros de perro y nos ponemos a hablar con voz tonta y aguda con ellos.

Cuando nos sentamos en una terraza para observar el mar y nos dejamos envolver en esa brisa marina que todo lo cura.

Cuando disfrutamos de la compañía de los amigos y compartimos unas risas.

Cuando nos despertamos por la mañana sabiendo que no vamos a madrugar.

Cuando estrenamos ropa nueva o calzado nuevo.

Cuando probamos ese trocito de tarta de chocolate y nos deleitamos en su sabor placentero.

Cuando disfrutamos de una buena sesión de sexo.

Cuando queremos un abrazo y lo conseguimos.

Cuando cerramos los ojos y nos imaginamos en una playa paradisiaca tomando una copa y disfrutando del sol.

Cuando abrimos un libro y nos dejamos envolver en una historia fascinante.

Cuando vemos un partido de fútbol con los amigos.

Todos esos instantes y muchos más, son los que conforman esa bruma de irrealidad que hace que la vida real sea más llevadera. Es ese sur que complementa a ese norte (siguiendo la publicidad de cruzcampo) ¿Qué haríamos sin esa bruma? Sin ella no sobreviviríamos a la realidad, dura, cruel e hipócrita. Son esos pequeños instantes lo que hace que todo valga la pena, porque sin ellos, nada tendría valor.

Bendita bruma.