Sentada en la oscuridad más profunda Selena lloraba, lágrimas de angustia y desesperación resbalaban por las pálidas mejillas hasta caer al vacío. El furioso viento pegaba con dureza y arrancaba fieramente la escasa vegetación que brotaba en aquel desértico lugar. Su piel más fría que caliente aguantaba las sacudidas de frío que penetraban hasta su tenebroso corazón, su pelo rubio contrastaba con la densa oscuridad comparándola con una estrella dentro del intemporal universo. Mirando fijamente el horizonte Selena notaba el sufrimiento de la vida, el olor a miedo y a violencia flotaba en el aire cuál densa niebla. Apartándose las lágrimas saladas con las manos se levantó y permaneció quieta, poco a poco empezó a sentir un cambio en su cuerpo, la vida pasaba ante sus ojos como una película de terror, cerrando los ojos esperó su trágico destino.
Una persona miraba desde la distancia la inevitable transformación, escondido detrás de un árbol aguardaba su destino. Agarrando con firmeza la punzante arma plateada sintió su corazón latir por última vez. Cuando miró al frente un par de ojos azules le miraban desde la distancia, un estremecimiento de miedo desdibujó su cara, su resolución se fue esfumando a medida que aquella criatura se iba acercando. El caminar de Selena iba ganando seguridad, sus sentidos estaban en alerta, podía notar el olor del miedo y del dolor, una despiadada sonrisa apareció en sus dulces labios.
-¡No te acerques, monstruo!-gritó el aterrorizado humano.
Más ansiosa que antes impulsó las piernas y pegó un salto de unos cuántos metros aterrizando en frente del hombre.
-Ni un paso más-sacando al arma ante sus ojos esperó a que Selena se acercase a él. Su corazón dio un salto cuando aquella criatura sonrió como una humana, parecía la misma de siempre sólo que más atrayente, era magnífica.
-Selena ¿te acuerdas de mí?-su voz denotaba signos de esperanza, arrebujándose dentro del pesado abrigo esperó la respuesta cómo si fuese el último día del mundo.
La criatura entrecerró los ojos mientras le miraba dulcemente.
-John necesito que me acompañes-dijo sensualmente Selena mientras ofrecía su mano.
-¡Contéstame!-gritó impaciente mientras agarraba con fuerza el cuchillo.
-John-su voz se acentuó, una pequeña esperanza volvió a su corazón, esa era la voz real de Selena.
Poco a poco fue bajando el arma.
-Te necesito, John-Selena se fue acercando seductoramente-coge mi mano y no volveremos a separarnos.
Su mirada azul quedó fija en sus ojos, una gran atracción penetró rápidamente por su cuerpo, intentaba acercarse a ella, como las abejas a la miel, su razón se nublo completamente cuando Selena tocó su mano, un calor sofocante penetró en sus miembros, con un jadeo de excitación dejó que le acogiera en sus brazos.
Selena le envolvió con su cuerpo, su aroma le inundó sus sentidos, con sus manos en sus mejillas se acercó a ella, posó sus lujuriosos labios en los suyos. Todo pareció desaparecer, sólo sentía mucha hambre que necesitaba ser saciada.
Selena sintió el profundo sentimiento del hombre, con satisfacción le dio lo que pedía, cuando no pudo aguantar más y separó sus labios, con ternura le tendió en el suelo ahora caliente bajo sus cuerpos, poco a poco empezó a besarle la barbilla mientras le tocaba los hombros y el torso, un jadeo del hombre la excitó, al llegar a la garganta suspiró.
-John-susurró con voz aterciopelada-serás el hombre más feliz, conmigo serás inmortal.
John sin entender bien sus palabras siguió con su poderoso deseo de devorarla. Selena le inmovilizó con sus piernas, le miró a los ojos con una sonrisa. Con la alegría de la anticipación sus ojos empezaron a volverse rojos, de sus dientes empezaron a salirle dos alargados colmillos, sin darle tiempo a reaccionar los clavó en la garganta del hombre. La sangre brotaba con fuerza, succionado los últimos resquicios de vida, se sintió completa. Con un grito de éxtasis se relamió los labios con la lengua y se apartó del cuerpo inerte. Triunfante se sintió renacer, el cielo se volvió negro, el viento refulgió con fuerza, unos puntos rojos se asomaban entre las ramas de los árboles, la noche rugía para salir.
El infierno había comenzado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario