Son días de esos donde el sueño es el protagonista y es tan exigente que no te deja estar espabilada ni un segundo. Clases interminables, pero con la suficiente dosis de interés que hace que estés entre el sueño y la consciencia. Y eso que aún habiéndote chutado dos tazas de café, los párpados siguen la gravedad y no desafían a la física. Aunque en el metro unos señores tan graciosos han intentado levantar el ánimo a la gente ( a las cuatro de la tarde) al ritmo del chachachá. Sin resultado, bueno quizás dos sonrisas y una mirada torva.
Por fin llegas a casa, te relajas. Duermes la siesta, sabiendo que luego tienes que hacer cosas, pero nada más levantarte...el sueño sigue ahí, vigilándote. Quiere ser el protagonista, y si no estás del todo convencido de su papel, llega la vagancia y lo remata. Sin duda son buenos compañeros.
Ya me gustaría dos luceros como los ojos de ese búho, repletos de café...mmm que rico.
Qué tengáis una buena tarde XD
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